Investigadores, científicos y docentes se movilizaron contra la motosierra

“Nadie se salva solo” fue la consigna de la protesta que se replicó en al menos 14 ciudades para denunciar “el cientificidio” que promueve el gobierno de Milei.

Investigadores, científicos y docentes se movilizaron contra la motosierra

El frío no fue obstáculo para que miles de investigadores, becarios, docentes y estudiantes se concentraran este miércoles frente al Polo Científico Tecnológico, en el barrio porteño de Palermo, para denunciar el desmantelamiento del sistema científico argentino.

La consigna “Nadie se salva solo” fue el grito de resistencia contra las políticas de desfinanciamiento impulsadas por el gobierno de Javier Milei. La protesta, que tuvo réplicas en al menos 14 ciudades del país, visibilizó una crisis que amenaza con retroceder dos décadas de avances científicos en Argentina.

La jornada, convocada por la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICyT) y apoyada por diversas organizaciones científicas y universitarias, comenzó a las 13 horas en el Polo Científico, ubicado en Godoy Cruz y Paraguay. Allí, los manifestantes, muchos caracterizados como “Eternautas” denunciaron el colapso presupuestario del sector. “El cientificidio avanza: actuemos ya”, fue el mensaje central, acompañado por carteles que advertían: “Sin ciencia no hay futuro”.

La movilización se replicó en ciudades como Cobórda, Rosario, Mar del Plata, Bariloche, Tucumán, Comodoro Rivadavia, Santiago del Estero y Ushuaia, entre otras, donde hubo concentraciones y acciones simbólicas. En la Universidad Nacional de Quilmes, por ejemplo, investigadores realizaron una intervención artística con posters que describían el impacto del ajuste en los laboratorios.

El contexto: un sistema científico al borde del colapso

El sistema científico argentino atraviesa una de las peores crisis desde el retorno de la democracia, según denunciaron los manifestantes. Datos del Grupo de Estudios de Política Científica (EPC) revelan que la inversión en ciencia y tecnología cayó drásticamente: en 2023, el Estado destinaba un promedio mensual de $200 mil millones (a precios de marzo de 2025) a la función Ciencia y Técnica; en el primer trimestre de 2025, esta cifra se redujo a $100 mil millones, equivalente a los niveles de 2005. En términos de Producto Bruto Interno (PBI), la inversión proyectada para 2025 será de apenas el 0,153%, muy por debajo del 0,45% establecido por la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (27.614), aprobada por unanimidad en 2021.

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), principal organismo científico del país, enfrenta un panorama desolador. Desde diciembre de 2023, se congelaron los ingresos de 800 investigadores seleccionados por concurso, se paralizaron proyectos estratégicos como el CAREM-25 de la Comisión Nacional de Energía Atómica, y se desarticuló la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), responsable de financiar investigaciones en áreas clave como salud, agricultura y tecnología. Además, el presupuesto del CONICET cayó un 17,8% en 2024 y se proyecta una contracción adicional del 21,6% en 2025, acumulando un desplome real del 36%.

El deterioro salarial agrava la situación. Según RAICyT, el poder adquisitivo de los salarios y becas de los investigadores cayó un 40%, alcanzando mínimos históricos comparables con la crisis de 2001. En muchos institutos, los científicos deben pagar servicios esenciales con fondos personales, mientras que el éxodo de talentos se acelera: las renuncias en el CONICET aumentaron un 24% en 2025, y numerosos investigadores, como la bióloga Vanesa Puente, han emigrado a países como la República Checa en busca de mejores condiciones.

Voces de resistencia

El biólogo molecular Alberto Kornblihtt, destacado investigador del CONICET, fue una de las figuras convocantes. En una carta abierta difundida previamente, llamó a la sociedad a sumarse a la defensa de la ciencia: “No solo convocamos a quienes hacen ciencia, sino a quienes no la hacen, porque el país los necesita para frenar el cientificidio”.

Kornblihtt advirtió que el desfinanciamiento no solo compromete el presente, sino también el futuro del país, al limitar el desarrollo de conocimiento estratégico para sectores como la salud, la agricultura y la industria.

Sol Martínez, secretaria gremial de ATE CONICET Capital, destacó la magnitud del vaciamiento: “Solo en 2024 se perdieron 4.000 puestos de trabajo, 1.400 de ellos en el CONICET. Esto es un cientificidio deliberado”. Por su parte, Nicolás Rendtorff, de la Universidad Nacional de La Plata, señaló que “la fuga de cerebros ya está sucediendo, y en pocos años veremos una caída drástica en la productividad científica, con consecuencias para la soberanía nacional”.

La jornada culminó con un mensaje claro: la resistencia científica está en marcha. “Todo lo que hagamos hoy marcará la diferencia entre tener o no un sistema científico al que volver mañana”, afirmó Ormazábal. Mientras los “Cientinautas” –como se autodenominaron los manifestantes– recorrían las calles, la consigna “Sin ciencia no hay Argentina posible” se convirtió en un llamado urgente a la sociedad para defender un pilar fundamental del desarrollo nacional.

La comunidad científica anunció que continuará con acciones de visibilización y resistencia, incluyendo nuevas movilizaciones y denuncias internacionales, como la presentada por RAICyT ante el Banco Interamericano de Desarrollo por el incumplimiento de fondos destinados a la investigación.

En un país con tres premios Nobel en ciencias y una tradición de excelencia científica, la movilización del miércoles no fue solo una protesta, sino un acto de defensa de la soberanía y el futuro. Como advirtió Kornblihtt, “la ciencia no es un lujo, es una necesidad para una Argentina justa y soberana”.

Fotos de Agencia de Periodismo Científico de la UNLM, FEDUBA y Red Federal de Trabajadores CONICET